miércoles, 24 de agosto de 2011

Soledad...

A mi correo llego la carta de un joven de 23 años la cual contenía líneas enteras de dolor y tristeza. El joven, el cual se enteró de mi existencia por Globedia, le llamó la atención uno de los artículos publicados en mi página el cual hacía referencia de “la salida del Closet” y de lo difícil que es para muchos de su edad. La parte que más me conmovió fue la que hace referencia “ a la inmensa soledad que me acompaña, cada vez que pienso en mi futuro y en lo que me toca enfrentar, ya que todos me dicen, incluyendo a mis padres, que morir solo es lo único que le queda a todas las personas que son como yo”.


Sé que me estas leyendo y te digo que no estás solo. Qué ser gay no es una maldición ni una herencia maléfica. Es una condición sexual. Lo que siembres a lo largo de tu vida, es lo que al final recogerás. Qué hay muchos hogares perfectamente construidos y están marcados por esa misma “soledad”. Por una soledad producto del desamor, de la poca comunicación, de la violencia doméstica, de la incomprensión y lo que es peor del egoísmo.
¿Se imaginan la vida de ese chico? ¿Pueden entender que existan personas que prefieren vivir y morir en la ignorancia? ¿Qué clase de padres son aquellos que en vez de tragar grueso primero, prefieren escupir improperios cargados de veneno? ¿Cómo podemos ayudar a ese chico y a los miles que están en su situación y quizás, peor?
 
No pretendo ser un profesional ni un catedrático en esta materia. Simplemente, a través de mi experiencia, te digo que las personas como tú son tan valiosas como las otras. Que no hay diferencia por tu condición sexual. Que tú elegiste y ahora tienes que asumir como todo un hombre, porque sé que eres un hombre. Que piensas y actúas como tal y lo que es mejor: tienes que sentirte orgulloso por salir del closet y no esperar la mitad de tu vida para empezar lo que tenías que hacer desde temprano.

Y “las personas como yo”  somos todo. Yo soy como tú. El panadero es como tu. El profesor es como tú. Todos, hombres y mujeres, altos o bajos, negros o blancos, tenemos momentos de soledad, podemos sentirnos “solos”, pero no por ser gay, ni diferentes, es simplemente un sentido de paso en nuestra vida. Mi querido lector, quizás no te has dado cuenta, pero ¿quién le garantiza a tus padres que ellos no están solos? ¿Quién te dice que aquel que se burla de ti o te cuestiona no tiene soledad en  su corazón? 
Solo me queda recordarte una frase que siempre digo y la cual me acompaña en todo momento de mi vida: “me acepto y me apruebo. Todo está bien en mi mundo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario