lunes, 23 de abril de 2012

Pene, Pudor y Lágrimas.

Me sucedió una noche, cuando entré al baño del restaurante que frecuento. Como suele ocurrir entre tragos y tragos las ganas de ir al baño se hacen evidentes. Luego de sacar mi acompañante y mirar la fea baldosa blanca noté que no estaba solo, que a mi lado otra persona hacia lo mismo que yo, pero con unos sonidos guturales que llamaron mi atención. Fue cuando pensé: ‘ está orinando o está excitado, una de dos’ . El hombre lloraba.

De inmediato, luego de mi respectiva sacudida, guardé mi acompañante y me lavé las manos. De repente, el hombre me mira y pregunta: ‘ de verdad el tamaño de esto es lo que importa’ . Ante ese panorama y con un salchichón colgando en el cuerpo de otro, mi respuesta fue: ‘ bueno, creo que si te lo guardas, no tengo ningún problema en contestarte’ Acto seguido el hombre se disculpa, guarda su miembro y me dice que el siempre apostó a lo largo de su pene, pero que nunca pensó que ese tamaño al final no importaba.

Ya más calmado él y más tranquilo yo, porque me permito informarles que para hablar con un hombre dentro de un baño y con el pene en el aire, por muy Gay que parezca, hay que tener cierto grado de pudor y el mió siempre está presente; le contesté que lo del tamaño era cuestión de gustos y creencias. Que para muchos medirse el pene y saber que lo tienen de una gran prolongación es sinónimo de hombría y que otros, con una simetría Standard pero con un trato y un cariño a la hora de hacer el amor, lograban más.


Lo cierto del caso que el hombre lloraba porque su pareja se quejaba de la forma como hacían el amor y lo dantesco, para mí, es que se enteró a través de los chistes que su mujer hacía a espalda de él y fue esa noche, en ese restaurante y ese baño que se entero ¿Se imaginan ese cuadro surrealista para mí? Yo, en un baño y con un hombre que me mostraba y se quejaba de su pene ¡Fin de mundo¡ es lo que pensé en esos pocos metros cuadrados.


Le dije que para mí el tamaño no importa. Que todo se basa en los gustos y colores. En el respeto y en la comunicación. Que en todo caso tenía que poner coto esa misma noche y hablar con su pareja. Quizás ella lo tomó a manera de chiste porque su vida era un chiste. Qué a lo mejor nunca le preguntó como le gustaba hacer el amor, sino que más bien, esperaba que su miembro erecto y de buen tamaño, cumpliera su papel y se olvidó del juego de la imaginación.

Al final, una vez calmado, el hombre se despidió. Me imaginó que le gusto mi respuesta, porque una copa de Champaña a la mesa me mandó. Si cobrara cada vez que me tocan esas extrañas consultas o sería millonario o tal vez hasta pareja consiguiera...

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