viernes, 29 de julio de 2011

El otro lado de la cama

Me encontraba en mi paseo matutino, cuando de repente se me acercó un hombre de unos treinta y tres años a buscarme conversación. Son de esas personas que a primera vista te impresionan porque saben hablar amen del físico que pueden derrochar. La conversación se limitó a las edades y el sentimiento de la vejez cuando al pasar del tiempo nos damos de cuenta que ya no somos los mismos niños de ayer. 

Y entre paso y paso, nos pusimos de acuerdo para tomarnos un café y profundizar nuestra conversación. La cita se dio a las seis de la tarde y el día estaba sencillamente bonito. El atardecer se apoderaba del imponente cerro que rodea mi ciudad y todo se prestaba para el fluir de las palabras. En el transcurso del tiempo mi compañero de pista me comentó de lo bien que veía a pesar de mi edad, 44 para ser más exacto, y le dije que una de las cosas que más me gustaba era dormir, pero dormir bien. Sin angustias, sin sentimientos de culpa y con la conciencia tranquila. 

Por lo que mi compañero aprovecho para preguntarme si dormía solo o acompañado. Allí me quede pensativo porque de verdad tengo bastante tiempo durmiendo solo y aunque me gusta dormir con alguien, tener a alguien y sentir a alguien, le respondí que por los momentos estaba solo porque estar mal acompañado no era lo mío, más si detallo mi reciente relación la cual se hundió por culpa de celos y dominios de poder. Fue tan fuerte que hasta en la cama mi ex buscaba el poder. ¿Cómo? Se preguntaran. Muy fácil, quitándome el lado de mi cama y dejando que su mascota se interpusiera no tanto entre los dos, no, entre mi almohada y mi lado preferido. 

Y aunque mi relato le causo demasiada risa. Al finalizar ya la tarde, me invito a una nueva cita. Con otro día y otra oportunidad de conocernos más. La cita se repitió y hoy no duermo solo. Estoy acompañado de una persona maravillosa que entiende mi lado de independencia. Tanto que al dormir juntos. No solo tengo mis propias almohadas. Sino que tengo espacio libre para vivir y dejar vivir.

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